El mirador del amor
y la nostalgia
La descripción que Homero hace de la cueva de Calipso, en la isla de Ogigia, tiene poco que ver con la que los gozitanos muestran, pero ésta es igualmente un lugar en el que el corazón se alegra y, al mismo tiempo, se estremece de nostalgia, la que la ninfa debió de sentir cuando, después de siete años de amor apasionado, su amante, al que ese tiempo
pareció pasar en siete días, decide volver con su mujer y los dioses la ordenan dejarle
partir. En lo alto de la roca que cae por una verde y abrupta ladera hasta la roja playa de
Ramla l-Ħamra y el brillante mar, Calipso vio partir a Ulises en el barco que ella misma mandó construir y llenar de provisiones. ¿Volvió él la vista atrás? ¿Echó una mirada de amor y duda a esa mujer que tanto le amaba y a los hijos que, según la
leyenda, tuvieron? Ella, en todo caso -dice la leyenda- murió de pena.
No se sabe dónde está Ogigia, la llamada Cueva de Calypso es sólo una pequeña cueva cerrada
junto a un mirador que se interna en el viento como la proa de un barco. Da igual. El
lugar permite perfectamente reproducir los sentimientos de amor y nostalgia de la ninfa.
No hay, pues, cueva, sino mirador, pero toda la isla lo es. En realidad, cada vez que se inicia el descenso hacia alguna de las pequeñas playas y bahías, el espectáculo quita la respiración. Ramla se distingue -además de por su arena rojiza y por estar "custodiada" por una imagen de la Virgen, sólo por ser la mayor y, por tanto, la más frecuentada.